30.9.13

Mi tinta es a base de agua y sólo vuelve con las primeras lluvias.

Diluvia. Como si los cielos quisieran limpiar la suciedad del mundo con simple agua. No creo que lo consigan. La basura del mundo está demasiado incrustada, capa tras capa a lo largo de los siglos. Las personas se protegen con sus paraguas mientras siguen con sus atareadas vidas, pero yo no tengo más que este chubasquero de plástico con el que resguardarme de las lágrimas de los dioses.
Sigue lloviendo, ya hace días que no para. El alcantarillado urbano está saturado y agua roja como la sangre empieza a salir a borbotones por los desagües.
Ya no hay gente atareada por las calles, ni tampoco quedan paraguas. Una neblina gris ha ocupado su lugar. Ha dejado de llover.
La ciudad está al fin vacía, limpia.

Mi pluma está aun medio moribunda, como un pájaro que en su día tuvo un ala rota y le curó mal y ya no puede volar muy lejos sin estamparse contra el suelo.

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