4.3.13

Nueva York

El cielo sangraba encima del mar mientras nosotros nos besábamos, en el espigón mayor del puerto.
-¡Mira!- dijiste, levantando el brazo y señalando el horizonte.- ¡Por ahí se va a Nueva York!
Yo sonrío ante este gesto, repetido tantas veces. Oh, Nueva York, al otro lado del Atlántico. Cuantas promesas, cuantos sueños que cumplir.
Crecer, salir de este pequeño pueblo marinero para conseguir un futuro; estudiar y más tarde trabajar en alguna gran firma; tener seis corbatas en el armario, una para cada día de la semana. Ir a ver el fútbol al bar de la esquina los domingos. Y luego volver, cuando nos posea la morriña, en esa semana de agosto cuando se celebra la fiesta más importante del año.
Estás preciosa, con esa sonrisa en los labios húmedos del contacto con los míos, bañada por la luz del crepúsculo. Y te vuelvo a besar, una y otra vez, bajo la atenta mirada de las primeras estrellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario